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Actividad física a largo plazo después de una lesión grave

agosto 9, 2021

Las víctimas de lesiónes graves tienden a presentar altas tasas de inactividad y comportamientos sedentarios [1]. Al no realizar un movimiento físico regular, corren un mayor riesgo de enfermedad cardíaca, varios cánceres y diabetes tipo 2, así como de mortalidad por todas las causas [1]. Además, la inactividad asociada con una lesión grave a menudo puede provocar discapacidad y disminución de la movilidad, lo cual crea un ciclo de autorrefuerzo en el que las personas lesionadas se abstienen de realizar actividad física debido a su dificultad, y la actividad física se vuelve más difícil para ellos participar. como resultado [2]. Con el aumento del número de años que pasan viviendo con discapacidad en todo el mundo, la necesidad de que las personas lesionadas adopten estilos de vida activos es más urgente que nunca [3].

La psicología explica una parte importante de la razón por la cual las personas que sufren lesiones graves tienen dificultades para mantener regímenes regulares de actividad física a largo plazo. Incluso cuando las lesiones físicas se curan, el trauma puede seguir afectando los estados psicológicos de los pacientes, hasta el punto de que incluso puede atrofiar su capacidad para volver a sus actividades normales [2]. Una encuesta de 2.955 personas con lesiones traumáticas de tres a cinco años después del evento traumático encontró que los problemas de salud mental impedían que algunos de los encuestados fueran físicamente activos [1]. Trastornos como la depresión, o síntomas como la fatiga persistente y el desinterés general, que se habían desarrollado desde la lesión, desanimaron al lesionado a hacer ejercicio [1].

En relación con las razones psicológicas que impiden que los heridos graves sean físicamente activos, se percibe una falta de apoyo. Las lesiones pueden afectar drásticamente la voluntad y la capacidad de ser sociables, lo que lleva a un aislamiento pronunciado que podría empeorar las dificultades psicológicas [2]. Además, las lesiones graves pueden impedir que las personas participen en actividades físicas que alguna vez les sirvieron como salidas sociales, lo que aumenta su sensación de soledad [1].

Para mejorar este fenómeno, los investigadores han estudiado los efectos de los ejercicios sistemáticos planificados en personas con lesiones cerebrales crónicas de moderadas a graves [4]. Descubrieron que los entornos de ejercicio grupal, donde los participantes eran apoyados por miembros del personal, compañeros y familiares, mejoraron el 80% de los estados físicos y mentales de los sujetos en solo doce semanas [4]. Otro estudio encontró que, cuando las personas con lesiones graves encuentran modelos a seguir que han vivido con la misma lesión durante un período más largo, tienen cada vez más confianza y, por lo tanto, responden mejor a la actividad física [5]. Si bien la lesión puede alejar a las personas de sus esferas sociales, incluir a los heridos en un entorno social de apoyo puede revertir esa tendencia y alentarlos a ser físicamente activos.

Desafortunadamente, el apoyo social no puede resolver por completo otra dificultad que impide que las personas lesionadas hagan ejercicio con regularidad: la falta de recursos económicos. El nivel de cobertura del seguro es un fuerte indicador de si una persona lesionada participa en actividad física regular, y los pacientes de Medicaid tienen un 68% más de probabilidades que las personas con seguro comercial de recibir atención en un centro de enfermería especializada en lugar de en un centro de rehabilitación [6]. Debido a que las instalaciones de enfermería especializada tienden a brindar cuidados menos intensivos que las instalaciones de rehabilitación para pacientes hospitalizados, esto contribuye a que los pacientes de Medicaid tengan plazos de recuperación más prolongados y peores resultados [6].

Reducir el impacto negativo de las disparidades en los seguros requiere un cambio institucional. Los programas de seguros financiados por el gobierno deben ofrecer mejores y más servicios para que los pacientes puedan recuperarse en entornos que faciliten una mayor actividad física [6]. Por supuesto, tal cambio tomaría años, si no décadas, en implementarse [6]. Mientras tanto, ahorrar dinero para facilitar la compra de equipo especial, como sillas de ruedas, y coordinar con otros para aumentar el acceso a la actividad física puede tener grandes beneficios [5].

El camino hacia la actividad física después de una lesión grave puede ser largo, pero al desarrollar redes sociales sólidas y encontrar recursos siempre que sea posible, las personas lesionadas pueden lograr avances significativos para mejorar sus vidas.

Referencias

[1]  C. L. Ekegren et al., “Adaptation, self-motivation and support services are key to physical activity participation three to five years after major trauma: a qualitative study,” Journal of Physiotherapy, vol. 66, no. 3, p. 188-195, July 2020. [Online]. Available: https://doi.org/10.1016/j.jphys.2020.06.008.

[2]  C. L. Ekegren et al., “Physical Activity and Sedentary Behavior Subsequent to Serious Orthopedic Injury: A Systematic Review,” Archives of Physical Medicine and Rehabilitation, vol. 99, no. 1, p. 164-177, January 2018. [Online]. Available: https://doi.org/10.1016/j.apmr.2017.05.014.

[3]  B. J. Gabbe et al., “RESTORE: Recovery after Serious Trauma—Outcomes, Resource use and patient Experiences study protocol,” Injury Prevention, vol. 21, no. 5, p. 348-354, August 2014. [Online]. Available: https://doi.org/10.1136/injuryprev-2014-041336.

[4]  L. S. Lorenz et al., “Healthy body, healthy mind: A mixed methods study of outcomes, barriers and supports for exercise by people who have chronic moderate-to-severe acquired brain injury,” Disability and Health Journal, vol. 11, no. 1, p. 70-78, January 2018. [Online]. Available: https://doi.org/10.1016/j.dhjo.2017.08.005.

[5]  W. Kerstin, B. Gabriele, and L. Richard, “What promotes physical activity after spinal cord injury? An interview study from a patient perspective,” Disability and Rehabilitation, vol. 28, no. 8, p. 481-488, April 2006. [Online]. Available: https://doi.org/10.1080/09638280500211932.

[6]  E. Gardizi et al., “Comorbidity and Insurance as Predictors of Disability After Traumatic Brain Injury,” Archives of Physical Medicine and Rehabilitation, vol. 95, no. 12, p. 2396-2401, December 2014. [Online]. Available: https://doi.org/10.1016/j.apmr.2014.06.004.