El Ejercicio Como Una Forma De Reducir La Inflamación
Los investigadores han documentado ampliamente los numerosos beneficios del ejercicio. Quizás el principal de ellos sea la capacidad del ejercicio para proteger a las personas contra la mortalidad por todas las causas mediante la prevención de enfermedades crónicas [1]. Dado que las enfermedades crónicas son la principal causa de muerte en el mundo, siendo las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, las enfermedades pulmonares crónicas y la diabetes mellitus las que representan la mayoría de las muertes, no debe subestimarse la importancia del acondicionamiento físico regular [1]. Los mecanismos a través de los cuales el ejercicio previene estas enfermedades incluyen una mejor resistencia al estrés, una disminución de la adiposidad y un aumento de la función inmunológica [2]. Este artículo se centrará en cómo el ejercicio reduce la inflamación crónica y, a su vez, ofrece protección contra una mezcla de enfermedades crónicas [2].
La inflamación se refiere a la presencia de macrófagos en el cuerpo que, si se encuentran en niveles altos, pueden contribuir al desarrollo de enfermedades e infecciones autoinmunes a largo plazo [2]. La inflamación crónica de bajo grado describe un estado en el que los niveles circulantes de citocinas y proteínas de fase aguda son de dos a cuatro veces más altos de lo normal [2]. Las personas con inflamación crónica también contienen recuentos ligeramente mayores de neutrófilos y células asesinas naturales en el torrente sanguíneo [2]. Este tipo de inflamación contribuye al desarrollo de múltiples enfermedades crónicas, incluida la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la enfermedad de Alzheimer, la diabetes tipo 2 y varios cánceres [2, 3]. La obesidad y el envejecimiento exacerbado también están relacionados con una inflamación crónica de bajo grado [2].
El ejercicio afecta los niveles de inflamación al estimular las fibras musculares para producir interleucina-6 (IL-6), una citocina con beneficios tanto proinflamatorios como antiinflamatorios [1, 4]. Las concentraciones elevadas de IL-6 dan como resultado un aumento de los niveles de otras citocinas antiinflamatorias, incluidas IL-10 e IL-1ra [1]. La IL-6 también mejora el recambio de lípidos, lo que provoca la oxidación de las grasas y la lipólisis [1]. Además, la IL-6 inhibe la producción de TNF-α (factor de necrosis tumoral alfa), una citocina proinflamatoria implicada en la resistencia a la insulina [4]. El acondicionamiento físico regular aprovecha el poder de todos estos procesos.
Recientemente, un estudio utilizó un modelo de músculo esquelético de ingeniería de tejidos in vitro para dilucidar aún más los beneficios antiinflamatorios del ejercicio [5]. El modelo, conocido como myobundle, fue estimulado eléctricamente para imitar la contracción muscular con el fin de estudiar cómo el ejercicio afecta la debilidad muscular inducida por interferón- g (IFN- g) [5]. En los casos de muchas enfermedades inflamatorias, los pacientes muestran niveles elevados de IFN- g [5]. Cuando se tratan con IFN- g durante siete días, los myobundles muestran una expresión alterada de citocinas, un notable desorden y atrofia de las miofibrillas, y una expresión reducida de la manipulación del calcio y de las proteínas contráctiles [5]. El ejercicio previene esta caries. En el experimento, los investigadores encontraron que la estimulación eléctrica regula a la baja la vía de señalización JAK (Janus quinasa) / STAT 1 (transductor de señal y activador de la transcripción 1), previniendo la miopatía por IFN- g [5]. Este resultado demuestra cómo la activación de STAT1 contribuye a la inflamación de IFN- g y cómo el ejercicio puede prevenir esa forma de inflamación [5].
Dados estos mecanismos antiinflamatorios, el ejercicio puede ayudar significativamente a las personas a controlar sus enfermedades crónicas preexistentes. Un metaanálisis de 8940 pacientes con cardiopatía coronaria encontró que el ejercicio aeróbico redujo la mortalidad cardíaca de los pacientes en un 26% y la mortalidad por todas las causas en un 20% [4]. Los pacientes también experimentaron niveles reducidos de triglicéridos, presión arterial sistólica y colesterol total [4]. En un ensayo aleatorizado que consistió en 3.234 pacientes con intolerancia a la glucosa, un régimen de ejercicio regular combinado con cambios en la dieta redujo el riesgo de diabetes tipo 2 de los pacientes en un 58% [4]. Otro estudio reveló los grandes beneficios de combinar el ejercicio de resistencia y aeróbico, en contraposición al ejercicio aeróbico solo, para reducir los niveles de inflamación en pacientes con diabetes tipo 2 con síndrome metabólico [6]. El ejercicio no solo es eficaz para combatir las enfermedades crónicas asociadas a la inflamación, sino que la adopción de regímenes de entrenamiento mixtos puede alargar aún más la vida de los pacientes.
Por mucho que los investigadores conozcan los beneficios antiinflamatorios del ejercicio, queda mucho por aprender [5]. Independientemente, las ventajas son innegables, lo que lo convierte en una salvaguardia esencial contra la prevalencia mundial de enfermedades crónicas.
Referencias
[1] A. M. W. Petersen and B. K. Pedersen, «The anti-inflammatory effect of exercise,» Journal of Applied Physiology, vol. 98, no. 4, p. 1154-1162, p. 1-10, April 2005. [Online]. Available: https://doi.org/10.1152/japplphysiol.00164.2004.
[2] J. A. Woods, V. J. Vieira, and K. T. Keylock, «Exercise, Inflammation, and Innate Immunity,» Immunology and Allergy Clinics of North America, vol. 29, no. 2, p. 381-393, May 2009. [Online]. Available: https://doi.org/10.1016/j.iac.2009.02.011.
[3] J. van der Vlist and T. W. J. Janssen, «The Potential Anti-Inflammatory Effect of Exercise in Chronic Obstructive Pulmonary Disease,» Respiration, vol. 79, no. 2, p. 160-174, December 2009. [Online]. Available: https://doi.org/10.1159/000233264.
[4] B. K. Pedersen, «The anti-inflammatory effect of exercise: its role in diabetes and cardiovascular disease control,» Essays in Biochemistry, vol. 42, p. 105-117, November 2006. [Online]. Available: https://doi.org/10.1042/bse0420105.
[5] Z. Chen et al., «Exercise mimetics and JAK inhibition attenuate IFN-γ–induced wasting in engineered human skeletal muscle,» Science Advances, vol. 7, no. 4, p. 1-10, January 2021. [Online]. Available: https://doi.org/10.1126/sciadv.abd9502.
[6] S. Balducci et al., «Anti-inflammatory effect of exercise training in subjects with type 2 diabetes and the metabolic syndrome is dependent on exercise modalities and independent of weight loss,» Nutrition, Metabolism and Cardiovascular Diseases, vol. 20, no. 8, p. 608-617, October 2010. [Online]. Available: https://doi.org/10.1016/j.numecd.2009.04.015.